Iruya

Iruya

Iruya está a 2780 m. sobre el nivel del mar, a una distancia de 307 km. De la capital salteña.

humahuaca
Iruya, un pequeño pueblo de raíces indígenas erguido sobre una meseta entre montañas. Su iglesia, sus casas y empinadas callecitas de piedra hablan de las formas típicas de la vida de su gente, resguardándolo del fragor de las grandes ciudades, pero con todo el confort en sus hosterías.

Al llegar a Iruya, la primera impresión es de un pueblo "colgado en la montaña", o más bien, de una isla, ya que está rodeado por los ríos Colanzulí -o Iruya- y Milmahuasi. Se destaca su edificación colonial con callejuelas estrechas y sus paisajes de imponentes vistas panorámicas. En sus proximidades se encuentran las ruinas del (se pronuncia en la zona como pucara y no "pucará") pucara de Titiconte. Aquí, los habitantes, vestimentas, costumbres y viviendas han mantenido su tradición a lo largo de 250 años. El poblado conserva sus calles angostas y empedradas, con casa de adobes, piedras y paja. El camino para el tránsito automotor termina, solamente a lomo de mula es posible realizar un viaje al interior del departamento, donde se presenta el paisaje montañoso en toda su agresividad y magnitud. Siguiendo el lecho de los que surcan el interior, se aprecian quebradas de diferentes formas y colores. La piedra laja, en algunos tramos ha formado paredes de contención del río.Como salido de una postal, Iruya invita al descanso y a la meditación, pero también al asombro a través de cabalgatas, recorridos que salen regularmente desde Salta Capital hasta refugios como El Cóndor, caminatas o la práctica de trecking, a los caseríos aledaños.

La más importante de todas las festividades tiene lugar el primer fin de semana de octubre, con los cultos de la Virgen del Rosario, donde lo pagano y lo religioso se confunden en un sincretismo único.
Cientos de lugareños movidos por su fe participan de los actos religiosos cantando, rezando y ejecutando instrumentos autóctonos (quenas, cajas y sikus). Acompañan la música con el baile típico de los "cachis", un grupo de disfrazados con máscaras cuya danza simboliza la eterna lucha del bien y el mal.
Al pie de Iruya, en el lecho de su río, se origina el comercio de trueque establecido entre sus pobladores, los habitantes de la Alta Puna y localidades aledañas. A Pocos kilómetros se pueden visitar las ruinas indígenas de Titiconte. Iruya posee un clima de tipo templado, característico de los valles de altura; la mayoría de las lluvias se producen en verano, cuando las temperaturas oscilan entre los 30º grados durante el día y los 10º grados celsius por las noches; en invierno, las registros varían entre los 0º y los 15º grados.

Historia

humahuaca
Fundado en el año 1753, enclavado en medio de un hermoso paisaje de montañas y rodeado por los ríos Colazulí y Milmahuasi, su nombre proviene de la combinación de dos vocablos de lengua quechua o aymará y significa “abundante paja”. El pueblo, caracterizado además por los pequeños espacios cultivables, con alfarares y álamos, cuenta con algunos confortables lugares donde alojarse, y en el mes de agosto es sede de la “Fiesta de la Pachamama”. En la iglesia local, construida en el siglo XVIII y consagrada a Nuestra Señora del Rosario, se obsevan obras de arte religioso popular.

Los primeros habitantes sobrevivian, y continúan haciéndolo, mediante los cultivos de subsistencia. Principalmente se dedicaban a la cría de ganado, como ovejas, cabras y en menor medida la llama, y también practicaban la agricultura, cultivando maíz, papas, ocas y otros productos agrícolas. Incluso hoy en día, sus habitantes siguen subsistiendo mediante la práctica del trueque. Sin embargo, debido a su cercanía con la Salta, el turismo está comenzando a desarrollase.

Los restaurantes de Iruya ofrecen sobre todo la tradicional cocina local, con diversas variedades de papas, dulces, quesos de fabricación local y la quinua, un cereal cultivado en los Andes muy rico en proteninas.


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